Epílogo del fraude del seguro.

Un sábado a las 8:00 am, una o dos semanas después de los eventos relatados en el artículo del fraude y su resolución, recibí la siguiente llamada de un teléfono que el identificador de llamadas señalaba como «Fuera del área», o sea, desconocido. Era una mujer que se escuchaba algo irritada:

– Buenos días. ¿Me comunica por favor con el señor Armando Franco?

– Él habla.

– ¿Perdón?

– Soy yo.

– Le hablo del corporativo visa – mastercard. ¿Contrató usted un seguro?

Pensé: «¿Otra vez?».

– No, no he contratado ningún seguro.

– ¿No contrató usted un seguro?

– No, eso ya se arregló.

– Aquí me aparece que usted contrató un seguro el día 8 de abril.

– ¿Me podría dar un número de teléfono para que yo le marque?

Esta pregunta la sorprendió, y respondió, indignada.

– ¿Para qué tiene que marcarme usted?

Pensé: «¿O sea que tú me puedes hablar a las 8:00 am en sábado, y yo no puedo saber quién habla ni regresar la llamada?». Entonces dije:

– ¡Ah! Bye bye.

Y colgué.

Creo que era la misma persona que me habló originalmente. Al parecer no la despidieron, pero al menos, por su tono de molestia, deduzco que le llamaron la atención. Bueno, no se pueden ganar todas. Este depredador sigue ahí, y quizá en el futuro trate de convertirte a ti o a un conocido tuyo en su siguiente víctima. Te recomiendo seguir la sugerencia de mi amiga Odette de decir NO tres veces, y colgar el teléfono.

Lo bueno de esto es que al saber que al menos le llamaron la atención, esta persona me mostró que no es el banco entero, sino algunos pseudo-vendedores carentes de ética los que hacen estos fraudes. Ahora sí puedo volver creer en la institución.

Y un beneficio más. ¡Qué bien se sintió colgarle el teléfono, que fue lo que debí hacer la primera vez!